Por Walter Gómez

El color de su polera ya es algo habitual, es parte de su esencia, independiente del lugar donde se encuentre, o la ocasión que amerite un cambio, para ella, el celeste cielo de sus amados “niños”, no puede faltar

En el casino del Club de Tenis Chile de la ciudad, es donde Zunilda cambia su tiempo y esfuerzo por un sueldo, habituándose aún –según confiesa- a las normas y modismos de los usuarios del lugar. “Son distintos, no como los futbolistas, como que se debe ser un poco más ‘suave’ para tratarlos”, comenta al hablar sobre sus “clientes” en el espacio laboral donde se desenvuelve.

“Se nota que ella está más acostumbrada a tratar con futbolistas, pero tiene carisma y en este año y medio que lleva con nosotros, lo ha hecho bien”, comenta Clara Page, administradora del club de tenis.

Mientras se acomoda en una de las sillas apostadas en el salón de trofeos del recinto, se apresta también a recordar, a refrescar en su memoria momentos imborrables de su vida, pero no de su intimidad en sí, sino que de su largo caminar al lado del equipo de sus amores, al lado de Deportes Iquique.

A sus 77 años de edad, existen anécdotas que incluso, ni el más fiel de los hinchas celestes se imaginaría que vivió, como por ejemplo que increíblemente la quizás, más acérrima seguidora de los “Dragones” iquiqueños, no nació en la “Tierra de Campeones”. “Yo nací en Viña del Mar, en el sector de Agua Santa, pero nunca fui hincha del Everton, de hecho, nunca los fui a ver al estadio”.

 

El nacimiento de una pasión

 Sus ojos un tanto desgastados con el paso de los años, toman un matiz vidrioso al hablar de sus “niños” –como les dice con cariño a los jugadores que han vestido la camiseta iquiqueña- y su pecho se llena de orgullo al remembrar el instante en que dejó de ser una simple mujer, para transformarse en personaje, para convertirse en la novia eterna de Deportes Iquique. “Yo llegué a Iquique en el 78’ y precisamente en ese año, fui por primera vez al estadio de Cavancha. Fui con mi marido, que en ese tiempo aún estaba conmigo, y me enamoré de ese equipo amateur, de la forma en cómo se entregaban esos niños, en cómo jugaban… dejaban el corazón en la cancha y todo eso me fue apasionando”.

 

“Mi corazón ya no es rojo, es celeste”

 De ahí en adelante y por más de 25 años, Zunilda González Martínez le da forma a un personaje inolvidable de las míticas tardes de domingo en el estadio de Cavancha, a “doña Zuni”, o la “vieja chica” para otros, que aún cuando sellaban sus oídos a los cantos de la viñamarina, terminaban coreando sus temas con cada gol de los “Dragones”. “Fundamos la ‘Barra Oficial’ un 20 de mayo de 1979 y todos pensaban que iba a estar una semana o un mes, pero puedo decir con orgullo que me di el lujo de estar 25 años como presidenta de la barra”.

 

Una alegría incontrolable

La historia del fútbol iquiqueño es rica en títulos nacionales, pero lo ocurrido entre los años 78’ y 80’ es sencillamente notable. Deportes Iquique se forma como club a raíz del título amateur conseguido en 1978, como fruto de ese esfuerzo, juega en la segunda división del fútbol profesional en el 79’, donde se corona inmediatamente campeón, accediendo al fútbol de honor; al de la primera división. En 1980, Iquique aparece en el fútbol de los mejores con un cartel de “equipo de cuidado” para los llamados “grandes” de la capital y en el torneo de apertura de ese año –denominado Copa Polla Gol-, obtiene la “tripleta”, su tercera corona consecutiva, pero ahora en el fútbol de primera, en el de honor.

En el camino quedaron grandes de la zona central, como O’Higgins de Rancagua y la Universidad de Chile, pero en la final esperaba el Colo-Colo de Carlos Cazsely y compañía. El resultado fue dos a uno para los dragones, y entre los más de diez mil iquiqueños que llegaron hasta el Estadio Nacional, se encontraba Zunilda. “Fue algo maravilloso, ver a mi equipo ganar la ‘Polla Gol’ fue lo máximo, y ganándole más encima a los grandes allá mismo… si para ganarle a los niños tenían que ser ‘guapos’, porque ellos dejaban el corazón puesto en la camiseta y en la cancha”.

 

“Somos Tierra de Campeones… sin ninguna duda”

 “El ‘finadito’ Maluenda, Sauvegeot –que hizo el segundo gol-, el ‘cafiche’ Ponce de Ferrari, el ‘chinito’ Dávila y tanto jugador lindo que ha pasado por esta tierra bendita, que no tengo palabras para describir lo hermoso que me ha tocado vivir… yo te digo, me han hecho llorar, pero de alegría”. Comenta doña Zuni, mientras gesticula con su cara y con sus manos, la algarabía que embargó su cuerpo en aquellos años.

 

Sumida en la tristeza

Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas en la vida de esta hincha, puesto que si bien es cierto, la historia de sus “niños”, le ha brindado más triunfos que decepciones, la desaparición del CDI (Club Deportes Iquique) del profesionalismo, la sumió en una profunda depresión. “Cuando nos fuimos a tercera caí con una ‘depre’ al hospital, terrible, no quería saber de nada y cuando la gente me preguntaba por qué ya no andaba de celeste, se me caían las lágrimas de tristeza. Para mi fue algo tremendo el ver a mi equipo caer en lo más bajo del fútbol”.

 

“Por Iquique, por mis jugadores, yo soy capaz de agarrarme a puñetes”

 “Todavía les tengo tanta rabia, me da una bronca y no tengo miedo en decirlo, porque ellos fueron los responsables de esa caída. Imagínate que los dirigentes actuales, todavía tendrán que pagar una deuda que dejaron ellos, de no sé cuantos millones… es inconcebible”. Se descarga Zunilda al hablar de Jorge Zavala y Luis Plaza, por aquellos años dirigentes del club, que terminó por desaparecer del profesionalismo sin pena ni gloria, sin los honores que una institución como ésta, se merecía.

 

Una nueva esperanza

Por estos días, Zunilda González ha vivido en las nubes, el ascenso que lleva de vuelta a sus amados “niños” a los pastos del fútbol de primera división, le ha tocado lo más profundo de su corazón y se estremece al evocar el instante en que el “Tata” Taucare, convirtió el penal que encumbró a Municipal Iquique –actual nombre del equipo- al lugar de donde nunca debió haber salido, al sitial que le pertenece entre los grandes del fútbol chileno.

“Desde que el ‘Tata’ hizo el penal, he estado llorando de felicidad, de ver como un ramillete de muchachos jóvenes, hicieran esto, es difícil, porque tienes que pensar además que muchos de estos niños venían subiendo desde tercera… fue una hazaña”; relata doña Zuni, mientras intenta secarse los ojos que se le empaparon de alegría.

 

“Una vez estuve sola en el Monumental, con todo el estadio de blanco y yo era el único punto celeste del recinto”

Su pasión desbordante parece erizar los pelos de quien converse con ella, y es que es su forma de decir gracias, por tantas alegrías, por tantas felicidades que han embargado su corazón en estos largos treinta años como hincha de sus queridos “dragones”. Ahora su alma, embriagada de júbilo, le dice que es tiempo de continuar, de seguir apoyando, porque aunque confiese que “puedo morir tranquila, ahora que el equipo está de vuelta en primera”, sus fuerzas y sus ganas poseen renovados bríos… con aires de pasión y de esperanzas celestes.

 

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