Los medios de prensa y algunos programas menores se regocijaron hace un tiempo con la noticia del último escándalo de Charly (García), síntoma no menor de nuestra querida pantalla chica que refleja tan bien nuestra pobre idiosincrasia de chilenos.
Satanizar una figura, que de por sí ya está satanizada, moldear preceptos morales baratos, demostrar que pueden ser un referente ético a la hora del primetime en los canales públicos; son estas pequeñas aspiraciones de nuestros queridos “rostros” de televisión, puestos allí de manera estoica y secular para alimentar la imagen de algún noticiero o matinal.

Se debe ser osado a la hora de abordar a una estrella del rock. Sobre todo si hablarás de su reciente escándalo. La recomendación es simple: El espectro en que se desenvuelve la conciencia de alguien que vive el rock, es un tanto diferente a la pre-establecida por la sociedad. Lo anterior no es un secreto para nadie; eso es parte de la esencia del género, pero, ¡Que sabe Chile de cómo ser un Rockstar!. Si Charly se tira desde un edificio a la piscina con la intención de acabar con su vida, ¡eso es parte de ser una estrella del rock y vivir los excesos propios de aquello!, es así, quiéranlo o no. La fantasía que envuelve el acto, es algo indescriptible. Las palabras de la prensa sobre aquel suceso, las declaraciones del sello, la censura en los canales y radios, ¡Todo, absolutamente todo, es parte del juego! Por ello es que no puedo evitar revolcarme de vergüenza ajena cuando el lector de noticias de TVN, Mauricio Bustamante, intenta ser el nuevo paradigma del periodista moralizante-Samaniegozo, con una actitud de lástima hacia la figura de Charly y vomitando palabras de consuelo, sin mencionar la recomendación de un sicólogo para el rockero, y nada menos que Pilar Sordo, como loquera. He allí el referente y la medida de la relación entre sicología y rock de Bustamante.

En el intertanto busco mediar mi crítica elucubrando alguna respuesta que apañe el comentario del periodista. Convengo en que lo poco de lástima que siente hacia Charly, la siento yo hacia él. Es un producto inconsciente de años y años de coerción cultural, que incluso me atrevería a decir que le encanta. Chile es, irremediablemente un país sin cultura del Rock, y eso se explica en un contexto y una posibilidad que te da el mismo en cuanto a que es en propiedad, irreverente, y para los golpeados años 70’s ser irreverente no era algo que se mirara con muy buenos ojos. No después del 73 por lo menos. A nuestro país se le quitó el legítimo derecho de ser rockero, cual padre severo le rompe los cassettes de Guns ‘n Roses a su hijo y este termina, bajo ese trauma, escuchando a Juanes.

En esta faja de tierra no sabemos como ser estrellas del rock y menos entendemos a una. Charly García, es por excelencia, una de ellas. Acá nos asustamos de un tipo así, lo vemos como enfermo – y sí, puede que lo esté- pero no podemos darnos el lujo de erguir una serie de comentarios compasivos a su persona sin antes entender que lo mostrado es su característica más visible, es simplemente rock. ¿Será que la ida de Mick Jagger y compañía pesó tanto en el país trasandino?, al parecer, sí. No quiero comparar, pero allá, es solo un escándalo más, en Chile, “Charly está demente, debe ir al siquiatra”, conclusión: No entendemos nada, nos falta rock, y mucho.

No le veo futuro muy prominente a nuestra falta de actitud. Nuestro Boom rockero estalló a mediados de los 90’s y aún nos sigue pareciendo una irreverencia lo que diga Jorge González, ¿Qué Los Tres hicieron alusión a la Píldora en Viña?, ¡No te puedo creer!. Estamos en pañales, y diría que hasta algo manchado; si hasta Sergio Lagos intenta dar cátedra de cómo ser rockero en Chile. Marck Anthony y Beyoncé, marcan la pauta de asistencias a conciertos, programas como “Rojo” lanzan a “las nuevas estrellas” y tratamos de imitar oligofrénicamente a Myriam Hernández o al famoso Alberto Plaza en un karaoke, haciendo un diario tributo a nuestros insignes baladistas.

No pidamos más de lo que podemos dar, ya nos quitaron nuestros discos de rock, ya nos hicieron pedazos nuestra juventud, solo es posible esperar esa desatada rebeldía de los treinta y tantos que demuestran algunos, ojalá Chile llegue a ser algún día, “un viejo creyéndose joven”.

Escuchando: The Postal Service – Such Great Heights

Lectura recomendada: Cualquier extracto de Karl Krauss

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