Presiono play y comienza a sonar en el reproductor el disco compilatorio Sin Capital. Siendo un ejercicio de compilado de bandas y artistas, el desglose puede ser más extenso de lo normal, lo que se entiende, dada las diversas propuestas que en él se encuentran.

Para comenzar diremos que este disco fue apoyado financieramente y de forma logística por un canal de televisión abierta – Canal 13 o Universidad Católica Televisión – quien a partir de la serie documental del mismo nombre del disco, comienza a indagar en el quehacer musical del país a manera de descubrir talentos nuevos en bandas y solitas de las diferentes regiones del país que no cuentan con la difusión de un sello o una multinacional disquera. Eso, en esencia era Sin Capital.

El presente trabajo es el fruto y fin del programa; un disco doble que agrupa bandas, estilos, canciones y propuestas para presentarlos en sociedad.

El disco se divide en dos partes correspondientes a una canción acompañados – a veces en demasía – por un artista de renombre en la escena musical chilena, siendo el segundo disco la presentación íntegra del grupo o solista con un tema de su autoría. Es así como abre el disco, junto a Rocío Peña, Juanita Parra (baterista de los Jaivas); esta última interviniendo poco o nada en la versión del tema. La calidad vocal de Peña es enorme al punto que el tema se desenvuelve en su voz, los instrumentos cumplen una función terciaria casi prescindible; escuchar el tema tan sólo con una guitarra acústica sería lo mismo. Ojo, las percusiones tienen un marcado acento de la incombustible Juanita Parra. Creo y a modo muy personal, que lo de Rocío Peña se explica en la vuelta de un fenómeno que se niega a irse, y dice relación con la atosigante búsqueda de Violeta Parra en las propuestas nuevas. Si hasta una ex SupernovaSabina Odone – intenta hacer de Violeta su alma y mentora; lo que no se ataca pero que cuesta digerir como real y auténtico en una industria que Violeta no reconocería y es probable que no hubiese sido tomada en cuenta. Es peligrosa la imitación, son pésimas las bandas tributos para las escenas, pero intentar ser un referente en la música popular a base de un espíritu libre como era el de Violeta Parra, me parece francamente detestable. Ella está por encima de ventas, sellos y propuestas, es cultura, arte y patrimonio.

Rocío Peña termina su participación con un tema centrado en la balada pop, ya con una banda y soporte rítmico y melódico más tradicional, irónicamente resulta más conmovedora esta canción que lleva por nombre Si no vuelve a amanecer, ligera, con tonada y precisa, buena letra e interpretación, escapando incluso a los forzados vocablos de pa’ olvidar y tení que no lucen sino como imitación mala de la esencia de raigambre popular.

Seguido y como un claro despertar, viene bajando del cerro la banda que denominé como los convidados de piedra del disco. Si alguien tuvo la decencia de mirar hacia más al norte para buscar alguna banda, se llevó el premio mayor del disco. Jhama Negra se escapa de manera peligrosa de toda la vorágine del trabaj discográfico. No es por caer en chovinismos baratos, pero realmente se aprecia una distancia – aunque sea pequeña – entre estos nortinos y varias de las bandas que se deslizan en el disco. No descubrieron la quinta esencia de la música tocando reggae ni alcanzaron estándares de composición lírica que podamos destacar con mayor alevosía, sino que lograron transmitir una forma de leer la música, la escena, el momento y la capacidad de usar los códigos que te brindan los diferentes estilos de música que al final de los tres minutos y algo que dura su primera aparición, se hace difícil no imaginarlos sonando en las radios del Gran Santiago, como una propuesta nueva y fresca ante la alicaída escena reggae de Chile, casi rememorando el auge a principios de la década pasada. Rasta Reggae Roots es una invitación jovial, alegre y en extremo positiva a danzar con los sonidos rastafaris casi rozando la canción pop bien hecha. Joe Vasconcellos es el MC a cargo de presentar y orientar a la banda, y es sólo ello, no hay más participación del cantante, sólo una invitación dentro de la canción, dos frases y sería. Vasconcellos deja fluir a Jhama Negra, confiando tal vez, en un talento innato de los nortinos. Amor Verdadero se planta con una melodía sabida y típica del reggae, nada nuevo bajo el sol, se agradece y aprecia el sonido y calidad de la grabación.

Es acaso Jhama Negra el rompimiento del molde del disco dada la transversalidad del mismo basado en una melancolía barroca, en casos lamentables; letras y melodías salidas de lo más profundos de algún artista pero que abruma en su letargo, no invita, no motiva más allá de sentir las mismas sombras, penas y tristezas del grupo – no por ello son menos apreciables – pero el eje que recorre el disco tiende a dejarse llevar por esa esencia. Al parecer en Iquique la sintonía es otra, una muy diferente a la que se vive a lo largo del país.

Lo siguiente es lo que presenta Lluvia Ácida; electrónica con rasgos y sonidos folclóricos mezclados en una base rítmica sintetizada y de profunda raíz bailable. No es música de las rave’s de principios de los 90’s ni manoseado eurobeat; sino una propuesta atrayente para quienes creen buena idea mezclar los teclados con la música y sonidos autóctonos de las culturas diferentes del país. Débiles armonías vocales, bien anclado en los 80’s; que intenta, con la participación de un desgastado Claudio Narea, vender un poco el mentolatum de ser rebelde con sintetizador en mano; craso error lo de Narea, nunca vendió y ni venderá tal postura. El grupo no muestra más que dos canciones similar y peligrosamente monótonas y que lleva a preguntarse si existen trabajos más interesantes para descubrir en la escena electrónica chilena. La Comuna y Magallania son la apuesta electro/ dance de este disco.

Tapiolla es la banda que se presenta junto a la archiconocida Nicole, en un intento más de jugar juntos que de apoyar a la banda emergente. Denota mucha mano en lo que a composición refiere; no es fácil decirlo pero Nicole tiende siempre a inventar melodías funkys o discos cuando quiere resaltar o sacarse de encima un poncho que por lo general le que grande. Órbita es el espacio que se permite más la cantante que Tapiolla a la hora de comenzar a sonar; si escucha el anterior tema y lo compara inevitablemente con Talca, la segunda canción – de pluma y composición propia – existen diferencias a ratos sustanciales. Rock/Pop, una risa de costado al Indie rock de moda, y una voz juvenil que roza la nuevas tendencias del mainstream, marcan la pauta de la presentación de Tapiolla.

De lo siguiente me permito la licencia de decir lo siguiente: Si vas presentar una banda, solista o propuesta novedosa, trata, simplemente trata, de buscar un poco más. Al Shein, y duele decirlo, está un tanto de más. Ni con la ayuda de Tea- Time (ex Los Tetas) que más que ayuda compositiva es un espolonazo a la propuesta, ya que es esta marca la que revienta al artista emergente. Podemos hablar de influencia, referente y demás, pero cuando el tema Sin remitente suena, parece un verdadero cover de Tea-Time. Flaco favor. Lo menos destacado es que el tema de autoría propia es de la misma línea. Segundo acto de chovinismo: En Iquique hay mucha y mejor música, en otras regiones tal vez, pero entre Al Shein y Side2Side, el segundo, por lejos.

Tal cómo lo dice su segunda intervención en el disco… Al Shein, Fue.

Lomofilia es una banda que comenzó a abrirse camino en el mundo de la escena musical central a punta de participaciones en eventos de casting de bandas masivos. Si escucha su primer tema, apadrinado por Francisco González (ex Lucybell), verá que de este último sólo hay una dirección artística en sonido y una que otra guitarra. Lomofilia sospechosamente era del gusto siempre de los jurados de estos casting masivos; jurados que rasgan vestiduras y ponen ojos en blanco ante voces femeninas que traten de imitar a bandas mejicanas de moda. Lomofilia mantiene un pie dentro y otro fuera. Con Francisco González, denotan búsqueda, experimentación, calidad pop, buenos juegos de voces, incluso la participación del ex Lucybell es apropiada. Santa Vanidad cobra fuerza por si sola, un single de esos que se echan de menos en la radio. Es en Hoy donde muestran flaqueza compositiva, falta de experimentación o por último originalidad en el sonido; suenan y resuenan a imitación – no diré de que banda o bandas – pero es demasiado el trecho entre las dos intervenciones.

Si existía una propuesta bastarda dentro del disco, esa es la que presenta Almagris. Apoyados por Andrés Olivos (vocalista de Difuntos Correa), pasan a llevar los dos discos y al mismo Olivos, en dos canciones tan macizas y sólidas en todos los aspectos musicales y líricos, que logran incentivar los oídos a escuchar su presentación. Nuestro final me recuerda indudablemente al mejor período de Los Tr3s. Se que no es muy recomendable comparar, y menos con tamaña banda, pero el recuerdo a sonidos, estructura y lírica son notables. No podemos hablar de una copia, dado que Almagris conserva su sonido, su propio timbre al cantar y desenvuelve el tema de manera magistral.

Si hay un factor que determina un sonido, búsqueda e innovación, es el tema del segundo disco; Sin Salida es un instrumental electrónico, lleno de sintetizadores, programaciones, teclados y un beat de la puta madre. Almagris suena a un hijo parido – tomando en cuenta ambos temas del disco – por las mejores bandas de nuestro país, de finales de los 80’s y principios de los 90’s.

Cerrando el disco tenemos una muestra fuerte de consecución de idea, ideología y música. Con sólo una guitarra acústica es que se va armando Soledad, tema correspondiente al dueto entre Tierra Oscura y Colombina Parra (Vocal de Los Ex, guitarra de Beso con Lengua). La hija de Nicanor, da la imagen de espectadora de una banda que gime lamentos; acompaña sólo con un voz por megáfono nombrando a mapuches violentados durante los últimos 20 años en nuestro país. La carga emocional y emotiva es más que fuerte en esta parte del disco; decir que no resulta estremecedora es eludir parte esencial del escuchar.

Una segunda intervención llamada De esencia y corazón; resulta un tanto cansadora ya que mantiene la misma estructura y melodía, sólo cambia las armonía vocales y la integración de instrumentos eléctricos. Podría ser perfectamente una continuación o inicio de la anterior Soledad.

Dentro del segundo disco existen dos tracks, Compu Che de We Liwen, un tema netamente folklórico de raíz mapuche que cierra el disco, creo yo, a modo de hacer sentir la descentralización a través de una cultura. Altamente discutible la propuesta. De entrada del segundo disco existe el tema que da la bajada al disco; Música y territorios, ritmos electrónicos a base de mezclas y sintetizadores labrados por Eva en un intento de abrir y dar cauce a la presentación del programa más que hacer un aporte a la propuesta.

En resumen, Sin Capital, un disco de armado complejo, novedosos de principio a fin, con estimulantes pasajes – incluso de orgullo para quienes vivimos y pernoctamos en el Norte del país – breves inclusiones de artistas conocidos y reconocidos además de un pergamino en blanco que sin duda ya comenzó a escribirse en el futuro de estas bandas.

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