Si el disco comentado a continuación no es un pieza de culto, la verdad no se que será. Después de años, My Bloody Valentine suena fuerte, aletargado y febril; escapando en los anales de la historia del rock, lejos de la vorágine actual, de los golpes en el estertor de la industria.

Esta vez me daré la licencia de comentar un clásico de la historia de la música rock y pop, y es que Loveless, un disco que no podemos dejar pasar, más allá de los gustos musicales que tengamos. Es comparable el ejercicio, con desconocer la importancia del Nevermind de Nirvana en el desarrollo de la música a principios de los 90’s, o por ejemplo, la jerarquía que reviste a Kind of Blue de Miles Davis para lo que vendría en el Jazz en la segunda mitad del siglo XX.

My Bloody Valentine fueron los responsables de esta obra, que vio la luz en el año 1991, y en pleno auge del denominado Shoegazing, movimiento musical surgido en Inglaterra a fines de los 80’s y principios de los 90’s. Loveless es quizás la pieza que marca la retirada de este género de la industria, y que llevó a My Bloody Valentine a un sitial de banda de culto que ni ellos esperaban.

El disco es una enredadera muy bien planeada – y en la que se gastaron varias libras esterlinas – que nace en los pedales de efectos de Kevin Shields para dar con la exquisita combinación de los sonidos que crean una atmósfera eficaz y lisérgica, que ya se querrían los Lucybell (y su intensa copia en los primeros discos). Dream Pop, Noise Rock, llámenlo como quieran, pero la experiencia es surrealista, sobre todo en Blown a wish. El gran clásico se llama Loomer, canción obligada de los nostálgicos noventeros y sus listas de grandes éxitos de la última etapa del pasado siglo. Loomer es la fiel expresión de lo que es en esencia My Bloody Valentine, e incluso es pilar melódico de lo que encontrarás en todo lo que significa Loveless. Voces sueltas, a cargo de Bilinda Butcher y Debbie Googe, retocadas con los más británicos reverbs, te dan esa sensación de susurro casi sensual, ese que tanto busca Claudio Valenzuela (insisto en el plagio).

Existen maneras y maneras a la hora de elegir la canción que abrirá el disco, y es justamente Only shallow el tema indicado para ello. Armónicos de guitarras potentes y la calma después de la tormenta, con una línea vocal exquisita. Si quiere pegarse al techo, presione play en los 57 segundos que dura Touched y espere la segunda pegada – que será magistral – tomando en cuenta la estructura que tiene To here knows wen y lo abrasador de los efectos, que se ciernen sobre los oídos, provocando a ratos una desesperación ante la avalancha de sensaciones continuas en las que se van desarrollando los temas antes nombrados.

Si la desaparecida banda chilena Solar, no tomó prestado el riff que abre el tema Soon, es que yo estoy loco. El límite entre el plagio y la influencia es muy delgado, sobre todo en la música. Soon es el cierre perfecto para cerrar el disco, un tema en esencia rock y que vendría a definir en sus riffs, toda una estética de hacer música, que resultó satisfactoria tanto para músicos y managers a principios de los 90’s. Lástima que en nuestro país recién estábamos sacándonos la tan mentada onda ochentera, que aún le busco gusto y sentido.

Y como palabras al cierre no me queda más que decir que este disco es bastante recomendable, sobre todo si quiere adentrarse en terrenos musicales experimentales o conocer un poco más de lo que se producía a inicios de la pasada década, en lo que a material auditivo se refiere.

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