John Frusciante se había drogado durante muchos meses. Apenas tenía dientes y había bajado considerablemente de peso. Tenía su casa llena de graffiti y de garabatos sin sentidos. No tenía banda con quien tocar y todos trataban de esquivarlo. La depresión era tremenda, pero para él era un viaje. Un recorrido para captar la energía que la naturaleza o el espacio suelen transmitir.

Ante tales escenarios, Jhonny Deep agarró su cámara y fue a entrevistarlo. Era su amigo y no podía dejar pasar esta oportunidad. Ese era el segundo perfecto para comunicar que el hombre es el arquitecto de su destino. “Fue una decisión mía ser adicto. Todo esto para encontrar la verdadera ‘aventura espiritual’ de esta tierra”, relataba en su momento casi con orgullo.

Jhonny cuenta hasta hoy que John era un verdadero cadáver. Apenas tenía uñas, estaba realmente pálido, carecía de una mirada fija pero parecía no importarle. “Era tan malo su estado, que a veces pensabas que no era un ser humano”, asevera. En ese momento, llevaba años consumiendo marihuana, altas dosis de cocaína y heroína. Muchas veces, cumplió su mayor anhelo: escapar a otro mundo donde la energía y la música lo eran todo.

Aún así nunca dejó la música. Aunque por la droga, sus cuerdas vocales no eran las mismas. “Cantaba realmente mal, era una sinfonía de muchos gritos”. Frusciante lanzó dos discos en el más completo anonimato. Muy pocos se enteraron. Muy pocos lo felicitaron y muchos lo criticaron. “Aún bajo la droga era considerado un grande”, dice Jhonny.

Él mismo relata que estuvo varias horas en la casa de John. Cuando ya se iba, ni siquiera se despidió de él ya que estaba totalmente drogado y tirado en el piso. “Estaba totalmente pálido, sordo y me fui con una gran tristeza”. A los meses, John dejó la heroína, aunque seguía consumiendo cocaína. Decidió estar totalmente limpio cuando se le quemó su casa. Todo por culpa de un cigarrillo mal prendido.

Después de la rehabilitación, John volvió a tocar en los Red Hot Chili Peppers. Grabaron el disco Californication, catalogado por John Frusciante, como el mejor de su vida. “Ese disco me devolvió el alma al cuerpo. Me abrió los ojos, es brillante”. La banda vendió 15 millones de copias. John volvió a sonreír.

Al tiempo tuvieron que arreglarle todos los dientes. “Cuando era adicto, descuidé mi cuerpo y todo lo relacionado a él”, cuenta Frusciante. Es por eso que empezó a hacer yoga y a involucrarse en una vida espiritual más relajada, es decir, a tomar diferentes yerbas, a involucrarse en la pintura y a aprender que el cuerpo, de vez en cuando, necesita una autodisciplina, “ahora puedo sentir lo invisible del mundo sin consumir drogas, me siento feliz”.

Tan grande es su motivación, que en seis meses lanzó seis discos que tratan sobre diferentes temas sociales como la droga, lo acelerado que está el mundo y la falta de conciencia que tiene éste. Por todo esto, la revista Rolling Stone lo eligió entre los 18 guitarristas más grandes de la historia. Ranking que lidera Jimmy Hendrix, su ídolo máximo, al que ha imitado desde pequeño.

Por hoy, John Frusciante sigue escribiendo y lanzando discos de vez en cuando. Dejó el yoga, por tener problemas con su espalda, pero aún así sigue siendo el mismo tipo tratando de iluminar el lado oscuro de la humanidad. Eso si, sin la droga, ahora con su guitarra y su inseparable micrófono.

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