Capítulo II

Acompañar lectura con: Sheep Go To Heaven (Cake)

(“I’m not going to smile today, I’m not gonna laugh, You’re out living it up today, I’ve got dues to pay”)

Si hubiese tenido que elegir entre ser escritor, publicista, payaso de circo barato o profesor; claramente elegiría la tercera. Sin duda alguna. Si pienso radicalmente en la primera todo el día, debe ser por la atosigante idea de tener una válvula de escape a tanta mierda; pero, y sí existe un gran pero, es que sé por alguna razón, que terminaría como Foster Wallace, colgado con el orín corriéndome por los pantalones y la mitad de la lengua afuera. Algo morado también…

Lo encontré sin sus pies/ la cintura al revés…

Definitivamente no sería escritor, menos profesor. Que basura de profesión. Mal traída por tres generaciones de tipos que no sabían a qué postular con el puntaje que a duras penas lograban sacar en la P.A.A., y no ha cambiado mucho… “es mentira /eso del amor al arte”, cuánta razón. Si al final del día cada cual hace los malabares que sea para ganarse el plato de porotos. Por eso elijo payaso de circo barato; si haré malabares, que sean de verdad y me paguen por eso, poco pero paguen.

Heme aquí, en una agencia de publicidad. 28 años. En una agencia de publicidad mediocre, provinciana a morir. No tengo más que mirar la vieja ventana y volarme con el paisaje de rocas y playa que se ve a lo lejos, que por estos días es lo más. Ciertamente, es una buena pega en una región tan alejada de la capital. Todos te creen mesías o gurú de algo por decir que trabajas en publicidad. No saben nada. A lo más me puedo fumar un porro tranquilo en el baño y activar mi cabeza para sacar el último slogan de Comercial “La Ganga” y cobrar por ello… bah! A quién engaño, fumo en el baño para darle una cuota de adrenalina al agreste y pajero paisaje que me traga todas las mañanas.

Acá no hay amigos, sólo conocidos. ¡Qué cliché suena eso!, pero así se arma la milhojas de la torta social que existe en ARTEfacto Agencia de Publicidad. No me detendré en el nombre; porque en sí es basura.

A mi derecha, y con la ponzoña mal oliente y presta a disparar; un tipo al que puedo apostar plata que tiene un desajuste mental comparado sólo con el recorrido del labial de Robert Smith. Le apodan el Chancho; las conclusiones se escabullen solas. Antonino Pascual Enríquez Saavedra. Mierda de ser humano. A su lado, Cárcamo; un incipiente ser que me sorprende que siga vivo. De seguro éste le rompe las pelotas a Darwin. A mi izquierda; Marcia. No tengo mucho que decir; sobrina del jefe de la agencia; trepadora y según ella, dama de la socialité. Y yo, Superman.

Hay veces que comprendo totalmente a los gringos que entran y parten a balazos a sus colegas… de verdad los comprendo. No es que quiera tomar una UZI y correrle balas a todos, pero a quién engaño… una AK-47 sería mejor.

– Cambia la cara pu’ hueón…
– …
– Cambia el caracho, me da paja mirarte, si fuera más extremo te diría que he llegado como veinte veces con sólo mirarte…
– Es cosa tuya con que te calientas…
– ¿Andai’ sensible?
– Asqueado…
– ¿de qué?, ¿de apoyar el culo en el asiento toda la puta mañana?
– ¿Qué te pasa hueón?
– Dime que no… yo tengo listo los filtros, pero te miro y todavía no sacai’ el slogan de la cagada de módulo.
– Da igual… es ZOFRI, el slogan da lo mismo. Si es caca; la gente va a comprar igual… es ZOFRI, recuerda eso.
– Me dai’ pena hueón… ponte a trabajar mejor será, pa’ eso te paga el viejo…
– Será…

Pa’ eso te pagan”… sabias palabras, muy sabias palabras. Y es así. Me pagan por pensar por otros, por adornar la torta del huevón de turno que se le ocurra poner un negocio y maquillar como mejor intente, la mercadería que vende.

Algo de verdad siento en las palabras de éste imbécil…

No ando bien, es más, reconozco aquello, pero ¿no va en el adn de mi generación sentirse como la mierda?… al menos eso me hizo creer el rubio que se voló la cabeza con una escopeta. ¿Crisis de los 30’s?, ¿plata?, ¿sexo?. Debí quedarme en Santiago.

Definitivamente debí quedarme en Santiago.

Santiago fuckin’ city” rezaba la chapa que le colgaba a Francis Durán mientras daba la entrevista para un programa de música de un canal del cable de música tan desechable como un condón, que dicho sea de paso, de rockero no tenía nada; sólo entrevistaba a los que estaban de moda. Mientras discutíamos el placement con el agente de publicidad, escuchaba al músico. Sólo me dediqué a divagar como un tipo regular, provinciano y chileno promedio, pudo lograrlo.

El tipo escribe canciones,… y buenas canciones.

Debí aprender a tocar guitarra. Digo para tener alguna “gracia” como decía mi vieja; o escribir y creerme un poeta maldito, de cuneta, de bar Indie al peo. Siempre me pregunté qué era eso del Indie. Me sonó, cada vez que le nombré, a mecanismo aspiracional de jovencitos de clase media.

Escritor…

Pensé en ser escritor. Escritor de novelas cortas, malas, de cotidianeidad basura. Me salen bien, digo, a todos les gusta hurgar en la mierda ajena; pero ojo, no en la propia: a veces podemos llegar a sorprendernos o descompensarnos si no estamos preparados.

Insistí en naufragar en mis pensamientos del cómo llegar a la autocomplacencia en tierras capitalinas. Después de todo era Santiago, nadie se conoce, todos quieren probar todo. Érase en ese momento ese otro Santiago; ese que da vueltas en espiral y te excita con sólo pensarlo; ese lugar que logra absorberte en la nimiedad absoluta y confusa en que no eres absolutamente nada, sólo uno más; sólo una posible víctima del desorden capitalino. Urge a veces, en algunos, la necesidad de salir en alguna portada, ya sea por algún escándalo sexual o hecho mierda en el asiento del copiloto después de un choque. Me gusta ese Santiago, lo hace especial, te vuelven las ansías de quinceañero, te trae al efímero e imbécil sentimiento de que el mundo es tuyo. Te cogotea la necesidad de ver para ambos lados cuando cruzas la calle.

Santiago nunca duerme…

Aún susurra la voz al oído de una tipa que salió no sé de dónde, y terminó conmigo en el baño de algún local de Bellavista, haciéndome sexo oral, luego de meterse coca hasta el cansancio.

Con lucas y buenos contactos, lo que menos haces es dormir…

… La capital se me hace como una New York pero a escala, hedionda, mal hecha y que en tramos te aterriza, sabes que todo es de papel, sabes que no encontrarás lo auténtico, lo real, sabes que lo único plausible es el puto dolor de cabeza y la sequedad de boca que te jode cada dos cuadras obligándote a destapar la mineral, sin gas, a medio tomar, de marca holandesa, que te hacía sentir high dentro de tu bajeza social. En micro te das cuenta de dónde pisas, o de dónde vienes mejor dicho. Tu poca estirpe te baja, agarrándote las bolas, para hacerte recuerdo que estás en Chile y no en el primer mundo.

Escritor de novelas malas tercermundistas. Genial concepto de presentación.

A nadie le importó que viniese llegando del país del norte. A nadie. Era obvio, en aquel círculo en que me encontraba, más de alguno venía llegando también, mucha coca, “hola que tal” y amistad en polvo. Alguna vez un amigo me dijo que lo mejor para entrar en aquellos ambientes era hacer cuenta que conocías a todos, canchero, con onda… a lo Dandy. La escena era la mejor para probar dicha teoría; presentación del disco de un rapero famoso, gente famosa, músicos, artistas, putas, drogas y mucha ropa blanca. En algún momento dejé la discusión laboral en que estaba, me apresté a caminar y no sé cómo llegué al lado del escenario, crucé dos palabras y me bastó para irme de vuelta al departamento, abrir una cerveza y poner un disco de los Smiths…

– ¿¡Zaturno!?
– Hola hermano…
– ¿Cómo va la cosa…?
– Ahí… avanzando…
– Buena…
– ¿buena?… todo esto vale callampa loco…
– …
– Vo’ no erí’ de por acá…
– No, soy de Iquique…
– Tierra de campeones…
– Dicen…
– Porque puro me caíste bien hermano, te voy a dar un consejo…
– Dale…
– Si podí’ ándate de acá, cada uno de estos hueones está lleno de mierda, hasta el cogote…
– ¿tú decí?
– Mira pa’ todos lados, y me vai a creer…

Why can’t I be you?/ Why can’t I be you?…

Mire al tipo, asentí con la cabeza, tiré mi cigarro y me marché; pensando. Francis Durán de Los Bunkers y el cómo hacerla en grande. Les vende sus mierdas íntimas a los santiaguinos… y le pagan por ello…

Y le pagan por ello…

Money don’t get everything, it’s true/
what it don’t get, I can’t use/

now give me money, that’s what I want
(That’s what I want, !yeah!)

– ¿Terminaste?
– ¿ah?
– ¿terminaste?
– Sí…
– ¿y?
– “Para que soñar vuelva a ser posible”
– ¿Me estai’ hueviando cierto?
– No…
– Ahueonao’,… se supone que venden ropa de cama, no una fábrica de hippies comunachos.
– Da lo mismo…
– A la mierda…
– …
– Hey, Chancho…
– …
– ¿Sabes?
– ¿Qué?
– En realidad está harta mala la cagada…

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