Por Walter Gómez

El inexpugnable coliseo del ayer ahora descansa, el tiempo no ha pasado en vano a través de sus viejos maderos, que aún vibran con las batallas libradas hace años. Sólo la fachada de lo que en su momento fue el aposento de los cabecillas de la institución, es lo que queda del mítico estadio de Cavancha, aquel que de simple recinto deportivo, pasó a ser un templo celeste, transformándose finalmente, con el paso del tiempo… en una leyenda.

Es que el ex estadio de Cavancha encierra entre lo que queda de él, historias gloriosas, de esfuerzo, sacrificio, garra y mucho coraje, propia de los oriundos de la tierra que lo vio nacer y convertirse en coliseo inexpugnable. Desde velódromo, hasta centro de eventos, fueron los usos que se le dio al recinto cuando sobrevivía como tal, específicamente desde su construcción en la década del ’40 del siglo pasado, hasta 1993, año en el que se construyó el estadio Tierra de Campeones, que terminó por relegar al coloso de Cavancha, a un segundo plano.

En una bodega municipal se ha convertido por estos días, siendo cómplice y observador de vehículos y maquinarias pesadas que entran y salen de él, sin siquiera saber que aquel lugar fue un recinto maravilloso para miles, una segunda casa para otros y un cementerio para los llamados “grandes” de la capital.

Recuerdos

Teníamos que irnos al estadio como a las ocho de la mañana y eso que el partido comenzaba como a las cuatro de la tarde, porque era increíble como la gente quería al equipo… imagínate que las puertas del estadio se abrían a las diez de la mañana y a las 10:30, ya estaba lleno”, relata Zunilda González, por más de 25 años jefa de la barra oficial de Deportes Iquique y por ende, voz autorizada para referirse al recinto celeste.

Y es que remembranzas como la divulgada por doña Zuni, existen muchas entre los iquiqueños que vibraron en el viejo estadio, los que al igual que ella, jamás tendrán su corazón dividido. “Acá, todos los equipos duraban un solo tiempo… Iquique podía ir perdiendo tres a cero, pero en el segundo tiempo salían y ‘mataban’ a sus rivales, terminando por dar vuelta el marcador. Los que vivimos ese equipo, seremos siempre celestes”, afirma Javier Guzmán, actual guardia de seguridad del terreno municipal.

Héroes

El fútbol siempre ha sido animador de pasiones desenfrenadas, incontrolables sentimientos de tristeza y alegrías desbordantes son parte de su esencia, contribuyendo con ello, el marco ideal para elevar a sus jugadores a la categoría de héroes… y vaya que los hubo en aquel Deportes Iquique. Uno de ellos fue, sin duda, Alberto El Loco Erlich, guardavallas del recordado equipo celeste que estuvo a minutos de llegar a la Copa Libertadores de América en el año 1988, el equipo del peruano J. J. Oré –hoy técnico de la selección sub-17 peruana-, del Chueco Merello, del Memo Carreño y tantos otros.

Esa tarde fue mágica, Iquique le ganaba a la ‘U’ por un gol y ellos atacaban con todo, pero en el último minuto, Alberto se manda un ‘tapadón’ increíble… saltó como un león y se quedó con la pelota. Al otro día, apareció en todos los diarios, lo llamaron de todos lados, parecía un héroe”; relata Lucila Olmedo, señora del popular Loco.

Atrás quedaron los años de gloria del Municipal de Cavancha, con la brisa marina se fueron los antiguos cánticos de doña Zunilda, ya nadie se acuerda del monolito de Mariotti, presidente de la institución, que falleció en un accidente aéreo en el sector nororiente del estadio. Todo aquello ya es pasado, ahora sólo el festival de la canción veraniego años atrás y uno que otro evento esporádico, convocan a la gente para acordarse del lugar, del recinto que aún existe y que a ellos no los ha olvidado. Ojalá que los recuerdos no mueran nunca y que aún cuando muchos de los héroes que dieron vida al templo ya hayan partido, siempre quede un iquiqueño que al pasar por el lugar, pueda reconocerlo y decir… ¡Qué momentos más gloriosos, encierra este recinto!

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