La Juventud que se tomó el Éxtasis.

Observo la realidad a diario, y vaya que hay material donde escoger. Camino a la universidad, paseando por el centro, desde la ventana de la micro, desde la vereda de en frente, etc. Soy medianamente joven, sintiendo la primera de tantas crisis etáreas – la de pasar a ser adulto joven en mi caso- y me hayo inserto en una vorágine de constante actuación y comprensión debido a la carrera que escogí: Ser profesor, y de enseñanza media. Por ende, los jóvenes son fuente de observación constante, premisas, supuestos y pseudo teorías que tiendo a verificar de vez en cuando, y donde más de alguna sorpresa me he llevado.

Ser joven a veces suele ser hasta doloroso – obviando malestares menstruales o poluciones nocturnas-, y lo digo desde una perspectiva cansada de ver como la gente adulta se retoza en su orgullo “maduro” para intentar sabotear todo indicio de “querer ser joven” hoy en día. ¿Serán los más indicados de decir como debe o no debe actuar un adolescente, una montonera de tipos que movían el culo con las canciones de Juan Antonio Labra o que se masturbaron por casualidad con una foto de Boy George?. No lo creo.

Debo señalar que aquella juventud que no es rebelde y “rara”, escasamente puede ser llamada Juventud. Desde que el mundo es mundo, la cosa funciona así; está en nuestro ADN el ser joven y transgresores. ¿Y los Pokemones?, se preguntará usted; vaya caso esos chicos, ¡pero que va! Si han sido los únicos que han logrado formarse como estética de una generación sin tener discurso. ¿Y por qué?, porque son honestos, y no venden una pomada como la vendieron los Hippies en los 60’, los Punks en los 70’ o los Grunge en los 90’, sino que fueron directos: Sexo pre-adolescente y jugar a venderse como marcas en Fotolog. Simple, directo y al grano.

No pretendo hacer una apología a esa sub-cultura, sino más bien, superar la traba de mirarnos el ombligo y reventar en criticas a jóvenes que están viviendo una etapa de su vida –que no durará mucho, porque no veo a un Pokemón de 40 años, ni a un Anarquista libertario pseudo vegetariano tampoco- pero que es parte del proceso de ser joven. La crítica cuando no es bien dirigida se queda en falacias, y si queremos apuntar a un grupo en especial, invito a disparar a todos los demás y se darán cuenta que varios tienen más de un parámetro que discutir. No olvidemos a esos otros que miran la vida –y su miembro- en el objeto fálico por excelencia del chileno promedio: “Su Auto”, que si es deportivo, mejor. Enchular, y vivir por ello y para ello, es la consigna diaria. Saca cuarto medio, cómprate un auto, enchúlalo y listo, ¡Ya eres un niño Indigo!… Por favor.

A modo de sano consejo, dejaré a los “Pelolais” fuera de esto porque huevones arribistas y oligofrénicos han existido siempre. Recuerden: Lo que es Idea después pasa a Ideología, por consiguiente a Modo, luego Moda, para terminar en Nada.

Creo que si hay algo que reprocharle a la fauna adolescente de hoy, es la apatía, la pocas ganas de informarse y flojera con que miran su entorno. Tienen todos los medios de comunicación a un click de distancia, y el acceso no es tan limitado como lo era hace diez años, y aun así siguen echados en su escritorio mirando el monitor y tratando de dilucidar que pincel es mejor para el fotoshop.

No los culpo. Detrás de todo lo anterior existe una madeja un tanto compleja de desentrañar y que es harina de otro costal. Creo y estoy seguro, que existe una pequeña ventana entre la abulia y la acción entre los jóvenes de hoy. Para despertar ideas y sensaciones, es necesario avanzar en un concepto que creo, involucra aristas fundamentales a la hora de resumir a la gran masa de gente que habita este país estrecho y con mala cuea’ llamado Chile. Evocar una nueva forma, hacerla carne o más bien carne digital, según sea la visión, que nazca de gente aficionada a escribir cuanta basura se le ocurra y contra golpee al pseudo poeta de cuneta, derogando a los denominados intelectuales graves. Trabajar y crear, pensando en aquellos que creen que el disfrute o goce está en lo simple, a veces en lo mundano; traer a colación la etiqueta propia que se han puesto los jóvenes y no tan jóvenes post Transición Chilena, esa que rezaba “No estoy ni ahí” y hacerla pedazos, y hacerles sentir que ya no es cool no estar ni ahí.

La juventud de hoy es síntoma de lo enfermo que está el país y que no sabe que es ella la que se define en gran parte, por omisión e ironía. Es una gran mayoría que asume su posición como gente “normal” y que banaliza a aquello que se quiere hacer ver como importante o trascendente, aquello que se quiere vender como “de moda”. Muchos esperan y saben que existe ese algo que nos hace reflexionar e instintivamente crearnos un concepto nuevo, algo que defina a ese corpúsculo mayoritario que aloja a veces sin saberlo, en esa gran masa que no le teme a decir “pene” en la mesa, que se regodea en su ego, que se ríe de lo establecido, que entiende la ironía de Los Prisioneros, que invoca a Dioniso cada vez que puede, esa masa que se mueve entre lo humano y la infra humano, esa multitud que se revuelca en su propia humanidad…esa que regatea entre lo urbano y lo divino.

Escuchando: The Clash – Carrer Opportunities

Lectura recomendada: El blog de Pato Cuevas (“Es lo que hay” ADN radio)

http://cuevasensucuchitril.blogspot.com

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