Por Pepa Valenzuela
Primero quiero darle las gracias a Plan de Vuelo por invitar a esta reportera femenina y feminista para hablar de un tema que me interesa mucho: cómo son mostradas las mujeres en los medios de comunicación. Una de las primeras cosas que les pregunté una vez que me invitaron, era si podía hacer una presentación un pelito puntuda. Me dieron permiso, lo que demuestra que los chicos de Plan de Vuelo no son machistas ni yo, al pedir permiso, tan chúcara.
Bueno, a lo que vinimos: ¿Cómo somos representadas las mujeres en los medios? Creo que bajo el efecto clásico de los medios: como un espejo de lo que pasa en la realidad. Y a grandes rasgos, lo que pasa en la realidad es esto: a pesar de que hace rato las mujeres hemos expandido nuestra presencia en todas las áreas de la vida pública, hasta la Presidencia, los resabios de un machismo aún poderoso, insisten en querer reducirnos a los viejos estereotipos de lo que los machistas creen o quieren que aún seamos las mujeres: el primero: la mamá-dueña de casa. El segundo, la mujer objeto o mujer trofeo o mujer gomero. Y el tercero, la triunfadora profesional que en general es mostrada como una yegua sin sentimientos. La ambición solo es buena cuando está encarnada en una versión masculina.
Para que no se diga que la afirmación de esta expositora es hormonal, vamos a los ejemplos.
La publicidad es el reino de todo tipo de estereotipos, incluidos en los que somos encasilladas las mujeres: en un comercial de sopa, suegra y nuera esperan al hombre que las une y hablan de prepararle algo rico al “regalón”. Ahí está la dueña de casa que no tiene nada más que hacer que cocinar y esperar al esposo. Lo mismo pasa en un comercial de Mabe que muestra a una multimujer, pero solo puertas adentro. Y en el comercial de Ariel donde Catherine Fullop afirma que 9 de 10 mujeres que probaron ese detergente lo prefieren. Es decir, solo nosotras lavamos ropa. O quizás ellos no usan detergente. También está la mujer objeto, mostrada solo como un cuerpo. Está en los comerciales de cerveza Cristal, de galletas Tritón, en uno de Pepsi en el que las mujeres o partes de su anatomía solo participan como un adorno para vender. Ampliamente difundido está el estereotipo de la mujer como alguien cambiante, histérica, caprichosa, hormonal, sin control sobre ella misma. Mientras el hombre tiene carácter, la mujer es una neurótica que no sabe lo que quiere o que dice A, cuando quiere decir B: ahí está el comercial de Ladysoft y su traductor de mujeres, uno de BCI donde unos ejecutivos se convierten en novias gritonas cuando no entienden algo que les explica una ejecutiva masculinizada y exitosa, el de yogurt Next que afirma: “las mujeres somos un poco inconsistentes” mientras comen algo que dijeron que no iban a comer y el famoso spot de Axé con la canción la Donna e mobile, que básicamente quiere decir que la mujer es una loca que en un segundo te come a besos y al siguiente, te tira un zapato por la cabeza.
Un estudio de representación de lo femenino en Televisión abierta de la escuela de publicidad de la Universidad Diego Portales arrojó cifras interesantes que ratifican el sexismo y la tiranía de la publicidad con las mujeres, al promover como deseables patrones casi imposibles de alcanzar. Veamos: el 41% de las mujeres que aparecen en comerciales son rubias, 95% tienen la piel blanca, el 89% son delgadas. En paralelo, en la vida real, el 65% de las mujeres chilenas tienen sobrepeso. El 99% de las mujeres en televisión son abc1 o c2 mientras que en la realidad solo el 22% de la población pertenece a estos segmentos socioeconómicos. El 81% de ellas en spots son adultas jóvenes. ¿Dónde están las abuelas, las mujeres mayores, las niñas, las morenas, las de clase media o baja, los cuerpos reales? El mensaje para nosotras es: Sé otra, yo te ayudo a verte más joven, a ser más delgada, a ser una buena dueña de casa, mamá y objeto de deseo para el hombre. El mensaje para ellos es: sé tú mismo. Yo te ayudo a ser más tú.
Miremos los contenidos. Sabemos que en Morandé con Compañía de Mega las mujeres son arroz graneado, un acompañamiento bonito y con poca ropa o la vieja fea de quien se ríen por ser vieja y por ser fea. La novedad fue que el estereotipo traspasó este año a la cobertura del Mundial cuando desde el canal 13 mandaron a JhendelYn Nuñez como notera. Jhendelyn no solo ocupó pase de prensa que dejó afuera de la cobertura a un periodista deportivo, sino que le hizo un flaco favor al género al confirmar que las fortalezas de una mujer son un cuerpo bonito, saltarín y semidesnudo. En la televisión, también encontramos una suerte de machismo de animador. Hace pocos días en Mucho Gusto de Mega, Lucho Jara defendía el arte de piropear a las mujeres en la calle sin escuchar ni media palabra de lo que decía la encargada del Observatorio contra el Acoso Callejero que entrevistaban en un móvil. Hace un mes, en el mismo programa, tenían este tema de debate: Sepa qué tipo de mujeres evitar. ¿No hubiera sido mejor plantear el tema Qué tipo de personas evitar? ¿O es muy tonto lo que estoy diciendo? A Sergio Lagos una vez que le preguntaron si había machismo en la televisión, respondió: “Leen todos los libros de autoayuda, tienen mujer presidenta, juegan fútbol. Los hombres debemos mantener un poco de supremacía”. Fue en broma, pero no causó mucha gracia. Después le preguntaron qué aportaban las mujeres en televisión y dijo: sensualidad, ganas, belleza y amor.
El machismo incluso se cuela en medios femeninos que supuestamente defienden los derechos de las mujeres. En una revista en la que trabajé, alguna vez tuve que pelear por la publicación de la foto de una entrevistada. Era un reportaje sobre un crimen. La chica era la mejor amiga de la asesinada y era primera vez que hablaba con un medio. Era una exclusiva. Pero mi editora no quería poner su foto. Dijo que la chica era muy “fea y gorda” como para publicarla. Le reclamé que no se trataba de las páginas de moda, sino de reportajes. Y que en la realidad había más personas gordas y feas de lo que en sus páginas querían admitir. Esa contradicción se repitió varias veces allí: por un lado abogaban por nuestros derechos, pero por otro, promovían imágenes de modelos escuálidas, una estética aspiracional e imposible de lograr sin caer en la anorexia.
Tenemos mujeres en el poder que aparecen de tanto en tanto en los medios. Pero no siempre son abordadas desde ese espacio de poder que ganaron de manera legítima. Sobre todo durante la primera campaña, a Bachelet le preguntaron o comentaron aspectos suyos que no eran tema con ningún candidato varón: su peso, sus tenidas, su apariencia. Patricio Navia tituló una de sus columnas sobre ella: “¿Da el ancho?”, en clara alusión a su figura. Felipe Kast remató: “el ancho da, pero la altura no”. Con Camila Vallejos fue lo mismo: su belleza fue tema mediático muchas veces, igual que los intentos por convertirla en simple mujer objeto, a pesar de su demostrada capacidad y preparación. Recordemos una portada de The Clinic donde Camila aparecía con un peto rojo, mostrando el ombligo. El titular decía: Todos con la Roja. La cantidad de bullying que recibió por su apariencia, incluso cuando se supo de su embarazo, solo son expresiones del machismo imperante que no entiende que una mujer pueda ser inteligente y bonita al mismo tiempo. Menos, que ser bonita no sea su fortaleza.
El semanario The Clinic merece punto aparte. Su eslogan Firme Junto al Pueblo parece entender que el pueblo está solo compuesto por hombres. Un día pueden hablar de femicidio, condenando la violencia machista, pero después pueden sacar un artículo como Cinco Lugares la raja para mirar culos en Santiago o Vocabulario Femenino: lo que en realidad las mujeres quieren decir, que usa la misma lógica del comercial de Ladysoft: las mujeres somos contradictorias, hormonales, locas que no sabemos expresarnos con claridad y necesitamos traductor masculino. Es decir, un traductor claro y consistente.
Vamos a los noticiarios: allí las mujeres aparecemos pocas veces como protagonistas de las noticias. Mayoritariamente somos mostradas como víctimas de violencia. Lo esperanzador es que cada vez hay más mujeres consultadas como fuentes expertas y que hoy las reporteras cubren todo tipo de hechos, incluso tragedias. Para el terremoto de 2010 vimos a algunas, como Soledad Onetto en terreno. Las reporteras y conductoras de noticias son inteligentes, informadas, opinantes y agudas. Y tienen el espacio en los medios para mostrarse así. Pero también son exigidas para que aparezcan muy bien vestidas, maquilladas, atractivas, flacas. Es válido hacerse esta pregunta si Monserrat Álvarez, Constanza Santa María, Soledad Onetto, Consuelo Saavedra conducirán los noticiarios cuando envejezcan. ¿Estarían allí si engordaran? Yo sinceramente espero que sí. Igual que varios conductores hombres que están en pantalla y que son mayores, tienen sobrepeso y no son tan agraciados. Para quedar informado, el público no necesita modelos ni eternos jóvenes. En ese sentido, es refrescante la presencia de Beatriz Sánchez en pantalla, en Hora 20 de La Red: fue recientemente premiada como la mejor conductora de noticias de la televisión y no cumple con esta imposición de la delgadez, juventud extrema ni atractivo de modelo.
Al comienzo lo decía: desde hace mucho que las mujeres estamos en todas las áreas y somos mucho más que tres o cuatro arquetipos. Pero aún demasiados medios nos siguen mostrando así, más veces de las que quisiéramos y necesitáramos como sociedad para evolucionar, ser menos estigmatizadores y apostar más por la integración, el respeto y la paridad. En parte, porque es el reflejo del machismo que aún queda. Pero por otro lado, porque los medios y las agencias de publicidad siguen siendo manejados principalmente por hombres. Un dato: solo 4% de las creativas de agencias de publicidad son mujeres.
Sin embargo, hay luces prometedoras. Una de ellas, es que hay más mujeres en el ámbito público, por lo tanto, con presencia en los medios. Diputadas, senadoras, alcaldesas, ministras, dirigentas estudiantiles y sociales, hoy marcan presencia en sectores que antiguamente eran exclusivamente masculinos. Pero también hay cada día más mujeres al mando de distintos medios de comunicación. Y eso mejora las cosas, como lo que hizo este año la revista Ya del diario El Mercurio. En enero, decidieron no retocar más las fotografías de sus entrevistadas con photoshop. Lo resolvieron después de preguntarse lo siguiente: “Si no se puede comer ni envejecer, ¿qué libertad le estamos planteando a las mujeres?”. La respuesta fue clara y valiente. No es fácil tomar una decisión así de arriesgada: no sólo las marcas quieren avisar al lado de rostros eternamente jóvenes y cuerpos delgados, sino que los propios equipos de revistas estaban tan acostumbrados a vender esa imagen de las mujeres, que los fotógrafos entregaban su trabajo con retoques incorporados. Ese cambio que parece estético, tiene un profundo significado y valor. Apuesta por lo que todos quienes trabajamos en medios debemos hacer: cambiar nuestra mentalidad. Evolucionar culturalmente. Y ello necesariamente implica dejar de creer que los argumentos y ejemplos que he dado aquí son de feministas, tontas graves, lateras, caprichosas y masculinas mujeres neuróticas. Cambiar la mentalidad implica saber que tanto mujeres como hombres merecemos ser tratados, mostrados y representados en igualdad de condiciones, con el mismo cuidado y respeto, en toda nuestra diversidad. Con altura de miras, como merecemos las personas por el solo hecho de ser personas, más allá del género. Eso es lo que queremos y merecemos hombres y mujeres. En los medios de comunicación y en todas partes.