Caminando por muchos lugares en la vida, he llegado hasta parajes complejos, no arquitectónicamente ni mucho menos por su belleza paisajística, si no mas bien en su carga histórica y en la sensación de los lugares, por los años y el paso de la historia en cada una de las piedras que conforman su entorno.

Este año, después de tantos intentos fallidos, pude llegar hasta la Roma de América, Cusco (Qosqo), para sentir en experiencia propia los elementos que componen esta mística parte del planeta.

La tremenda capital del imperio estaba emplazada en el comienzo de la selva peruana e invitaba lentamente a incorporarnos a sus aromas y su clima.

Más allá de toda la presión social que ejercen los gobiernos de nuestra parte del mundo, todo allá corría en armonía con el entorno y nunca nada se desligó del arraigo social impuesto por la llegada de los “señores conquistadores”.

Invasión católica y sus iglesias

La impresionante invasión estuvo siempre marcada por la constante presión de los españoles por desarmar la idiosincrasia del Imperio incaico, lo que los llevó directamente a combatirlos desde la cruz de Jesucristo con el énfasis de las armas y la sumisión torturadora. Tanto así que el centro de Qosqo esta lleno de estos indicios católicos sobre las bases de lo más sagrado de aquel pueblo, los templos de sus Dioses más sagrados.

Las historias se mezclan siempre con los acontecimientos bíblicos y siempre muestran un sesgo de salvación del pueblo que esta mezclado como un mal mosaico desde que se encargaron de terminarla los ibéricos bajo la orden de la Santa Inquisición.

Cuando paso por las iglesias que irguieron sobre los vestigios originales, los templos dedicados al sol, siento que un Picasso fue intervenido por un dibujante de caricaturas de mal gusto y hasta pienso que la tremenda edificación de La Sagrada Familia de Antoni Gaudí, es un intento de dignificar sus creencias más profundas y religiosas, pero sin el logro de esa magnificencia del imperio en Qosqo. Me apena tremendamente.

El tourist

Sin duda alguna que Cusco no es una ciudad para ahorrar y a mi parecer siempre es mejor elegir algún tour puesto que uno puede enterarse de mucho más. Esta vez no fue la excepción y en el tour de la ciudad, las cosas que fueron apareciendo me sorprendieron cada vez más. Y es que insisto en el principio de esta crónica, no es su paisaje más que su historia compleja y oculta, lo que me cautivó plenamente.

Indagar no fue muy difícil, porque sucede lo siguiente:

El pueblo peruano esta cada vez más empoderado con respecto de su raíz, de su entorno, de lo que fueron, lo que son y lo que quieren seguir siendo de aquí en adelante.

Y creo que eso es algo de lo que nosotros los chilenos aún no comprendemos del todo. Lamentablemente.

La amabilidad de las personas en aquella ciudad me pareció cada vez más simple de comprender y cada vez más agradable. Cada que yo interactuaba con los cusqueños, entendía la enemistad propuesta por los poderes dentro de las fronteras llamadas países. Y sólo nosotros, los simples mortales, comprendíamos que hablábamos un solo idioma. La hermandad de vivir en ese lugar del planeta.

Me sorprendí con su arquitectura prolija y de labrado eterno, pulcro, perfecto e imposible de replicar hasta estos modernos días llenos de tecnología cosmética más que productiva.

Las Cruces verdes

“si tuviésemos que comparar a Hitler con la iglesia católica y la inquisición, Hitler quedaría como un aprendiz de genocida” (Frase de guía turístico en Cusco)

Dios parece estar en todas las imágenes de los conquistadores españoles desde que nos bajamos del bus, pero basta con oír a personas como este guía turístico para saber que tanto catolicismo en este lugar tiene un pasado bastante oscuro para tanta iglesia y catolicismo exacerbado.

Los españoles, sin detallar quienes y por que, fueron ordenados a eliminar todo indicio de cultura y creencias reales en las calles de esa y muchísimas otras ciudades en toda Latino América

La impresión que me generó saber sobre la inquisición en el Perú, creo que como mapuche e indígena, fue lo que mas me sorprendió. No porque no sepa de su significado, sino que por el gran alboroto en torno a la riqueza del Perú. Por la grandeza del metal precioso que abundaba en el reino y de la excusa para matar.

El guía e historiador culmina comentando:

“esta piedra labrada fue producto del trabajo de nuestros antepasados y la inquisición se encargo de enterrar todo lo que era este imperio, creando las iglesias sobre nuestros dioses. Todo aquel que se negaba al catolicismo era quemado públicamente para demostrar que la iglesia no permitiría otra creencia. Ellos eran humillados hasta hacerlos reconocer que existía solo aquel dios y luego de aquello, aun así, los quemaban vivos bajo una cruz de piedra, la cual de tantas muertes y fuego de hoguera, se ennegrecía. La solución a ese indicio en la actualidad fue pintar las cruces de color verde y vestirlas de tul. Pero debajo de aquello, como en lo mas profundo del corazón de los cusqueños, aquello se recuerda pero no se dice. No volveremos a dejar que la historia se repita.”

Su emocionalidad es impresionante, pero han recuperado muchísimo terreno perdido. Aman lo que son y hoy por hoy lo defienden como pocos en este lugar del mundo.

Y aunque no logré detallar lo que es esa ciudad, sus precios, lugares, restaurantes, y suvenires, les dejo estas fotografías que seguramente hablaran mejor que yo de lo que es la ciudad.

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