Américo volvió a Iquique y lo hizo en grande, como una mega estrella de la música. Antes había venido infinidad de veces, cuando era parte del Grupo Alegría, o incluso más pequeño, cuando siempre venía acompañando a su padre, el gran Melvin Corazón, que fue la estrella emergente de la música tropical chilena y los boleros, sobre todo acá, en nuestro norte grande, allá por finales de los 80`s y principios de los 90`s.

Siempre hemos sentido al gran Américo como nuestro, sabemos que nació en Arica, pero hizo carrera en estas tierras, combinando el Morro de Arica y el Cerro Dragón; siempre en las fiestas se escuchaba su música y su voz – un poco más chillona por esos tiempos – por esos tiempos era inevitable escucharlo en las ferias populares del pueblo de La Tirana, por ejemplo.

Vamos al show, la presentación fue espectacular, la Casa del Deportista estaba repleta, no cabía nadie más, la gente coreó todas sus canciones, que hablan de amor y desamor; por casi dos horas, el intérprete se fusionó en uno con su público. Presentó un show de primer nivel.

El intérprete de Te vas traspasó todas las fronteras, las musicales y principalmente las del prejuicio, como suele suceder en nuestro país, es cosa de que esté de moda en la televisión (matinales) y a todos les gusta. Siempre se ha dicho que Américo llegó a donde está, gracias a su humildad y esfuerzo, que ha luchado y ha aguantado cuanta cosa, y nunca se ha dado por vencido, como se lo inculcó su padre, todo por cumplir el sueño de vivir de su música; él ha defendido su sueño tal como lo dice su frase típica, ¡A morir!

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