La mayoría de las personas que han nacido en otra ciudad y habitan la nuestra, no entienden el porqué los iquiqueños nos vamos a meter al frío, a llenarnos de tierra o a aguantar un calor insoportable por un par de días; no entienden el porqué familias enteras van a un pueblo ubicado en plena pampa, donde las condiciones para habitar no son las mejores.

La explicación es muy simple y pueden ser dos opciones, la primera es la tradición, el querer rescatar y resaltar a través del tiempo, costumbres que pasan de generación en generación y que nos definen como cultura nortina, la otra – para muchos la más importante –  es la fe, en este caso a la Reina del Tamarugal, la Carmelita.

Independiente de las creencias religiosas o la no creencia que se tengan, es innegable el valor histórico y cultural de la festividad de La Tirana; miles de personas llegan cada año al pueblo ubicado en plena Pampa del Tamarugal para pagar una manda, pedir un favor o simplemente a disfrutar en la compañía de amigos o familiares, de una festividad llena de color y alegría. Es nuestro corazón como pueblo, el que se devela en esta celebración religiosa, son nuestras ganas de creer en algo, nuestras ganas de valorar nuestra cultura, la que nos lleva a disfrutar de esta tradicional fiesta.

Este año, llegaron el doble de visitas al poblado; el año pasado no pudimos disfrutar de esta festividad, producto de la gripe porcina, entonces las ganas de visitar la casa de la Reina de Chile, había crecido en demasía.

Al final una fiesta redonda, las autoridades contentas con el balance final, la gente disfrutando, los creyentes orgullosos de su visita a su Reina, ellos volvieron con su fe mucho más grande y fuerte, esperanzados que alguien intercederá divinamente por ellos, y los visitantes esporádicos volvieron con una visión más amplia y rica de la cultura festiva y creyente de nuestro norte grande.

Para fotos de la festividad, un click aquí

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