Me gusta escribir e-mails (no cadenas) y cartas a mano, genial si los responden. La verdad es que en el caso de los e-mails me gusta que me respondan (pero no con cadenas) y no sé, pero cuando escribo un mail, y no recibo respuesta (y aparte que a la persona que le escribo no veo muy seguido) entonces como que me empiezo a preocupar de si recibieron el mensaje o algo así.

No, ya no me armo una idea gigante en la mente, o me pongo a pensar: “¿Escribí algo malo?”, no, simplemente recibir la respuesta a lo que escribiste, me parece que es algo que debería hacerse, pero que “olvidamos” o “descuidamos”. Muchos tienen Iphone, Blackberry o lo que sea, reciben los mensajes por ese medio ¡y no responden! O en el peor de los casos dejan la respuesta “para después”, sin apreciar que tenemos el HOY para hacer las cosas.

A través de Facebook –al menos, por lo que he notado- recibo respuesta inmediata de los mensajes privados que escribo, sí, solo la semana pasada recibí respuesta de las personas a las cuales les escribí y cada vez entro a Facebook para eso, para dedicarme a enviar mensajes privados y esperar respuesta. Ojo, también hay gente “muy tóxica”, un día le escribí a un viejo amigo en privado, y cerró la cuenta, la cambió por otra…o sea…”Silencio otorga”, ¿no creen? Y eso que solo estaba escribiendo para desearle un muy feliz 2011.

Durante años he mantenido por el medio cibernético, un contacto permanente con una amiga que vive en la V Región y que trabaja para Univisión.com, constantemente nos escribimos y nos contamos lo que nos sucede, especialmente en los temas relacionados con ideas para escribir y crear (pues ella también es escritora). ¡Vaya, ya son 13 años de escribirnos! (Sí, si en la época escolar hasta me enviaba resúmenes de “El Principito” y “El Quijote”), porque durante años fue y ejerció su profesión: bibliotecaria.

La lista es corta, pero también me escribo seguido con otras personas, aunque claro, la respuesta no es tan rápida –y- algunos que viven en Iquique –obviamente, yo prefiero el contacto en persona si se vive en Iquique, ¿a quién no?- pero algunos que viven en Iquique, me notifican en vivo y en directo que recibieron el correo, más “no lo respondieron”, lástima, a veces hago preguntas o sugiero cosas que necesitan respuesta.

Y acerca de correos electrónicos o la relación entre dos personas por ese medio, trata “Contra el viento del norte” (Editorial Alfaguara) del escritor vienés Daniel Glattauer, un libro que demoré en leer (pero no porque fuera aburrido, al contrario) demoré en leer porque lo encontraba cada vez más interesante, que no quería terminarlo…Pero tuve que ser honesto conmigo mismo, tengo tantos libros que no he leído que tengo que “apurar la máquina” en ese sentido.

“Contra el viento del Norte” gira en torno a Emmi, una mujer que le escribe un mensaje a una revista para acabar con la suscripción, y recibe respuesta –por error, porque era la cuenta equivocada- de Leo Leike, un profesor, que le propone mantener el contacto virtual. Un libro que deja muchas interrogantes…que se aclararán en su continuación “Cada siete olas” de próxima publicación en Chile, aunque ya se puede encargar en España a través de la página casadellibro.com

CAPÍTULO 5.

Asunto: ¡Aquí estoy!

Hola, Emmi:

Ya he vuelto. Estuve en Ámsterdam. Marlene me acompañó. Habíamos decidido intentarlo de nuevo. Fue un breve intento. Al cabo de dos días, yo estaba en cama con neumonía. Ha sido humillante para mí. Ella se pasó cinco días agitando el termómetro mientras me sonreía amarga y bondadosamente, como una enfermera con treinta años de servicio, que odia su trabajo pero procura no responsabilizar de ello a sus pacientes. Ámsterdam fue lo contrario de lo que había imaginado, no un nuevo comienzo, sino un viejo final, del que con los años hemos ido acumulando una gran experiencia. Esta vez nos separamos muy respetuosamente. Ella dijo que siempre estaría ahí cuando yo necesitara algo. (Se refería a algo de la farmacia.) Y yo dije: “Si alguna vez vuelves a creer que no puedes vivir sin mí y yo sigo estando seguro de que no puedo vivir sin ti, no tenemos más que volar unos días a Ámsterdam…y demostrarnos lo contrario”.

Bueno, Emmi, segundo punto: ya he vuelto. No pienso marcharme voluntariamente de debajo de tu corteza cerebral. Quiero que sigamos escribiéndonos. Y también quiero que nos conozcamos personalmente. Ya hemos desaprovechado todas las ocasiones lógicas, obvias, correctas y acordes con la racionalidad del ser humano que se nos ha presentado para conocernos. Hemos negado las más elementales reglas de juego de las relaciones humanas. Somos viejos amigos, somos nuestro sostén cotidiano, es más, a veces hasta somos una pareja. Pero nos falta el principio natural del encuentro. Le pondremos remedio, tenlo por seguro. Aún no sé cómo nos las arreglaremos para hacerlo sin perder nada de lo que nos importa. ¿Tú lo sabes?

Bueno, Emmi, tercer punto: he empezado mi mensaje con Marlene a propósito, porque quiero que nos contemos más cosas sobre nuestras vidas. No quiero seguir fingiendo que estamos solos en el mundo. Quiero saber cómo controlas tu matrimonio, cómo te las apañas con los niños y todas esas cosas. Sería bueno que compartieras conmigo tus preocupaciones. Me consuela saber que no soy el único que las tiene. Me hace bien interesarme por tus asuntos. Me honra ser tu confidente.

Que tengas un buen día,

Leo.

EN LIBRERÍAS.

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