Bon Iver o Justin Vernon descendió en la reinvención cuando su novia lo dejó. Ante tal crisis, decidió partir a una vieja cabaña casi abandonada que era de propiedad de su padre. A esas alturas, ya estaba cansado de dormir en el sofá de su ex y de vivir la misma rutina de siempre.

De un día para otro, agarró su computador, su guitarra y se fue a esas heladas tierras de Carolina del Norte. Allá lo esperaba un frío inmenso, una soledad que -me imagino- estaba buscando después de sentirse tan solo, tan golpeado por diferentes situaciones.

Muy pocas personas lo fueron a ver. Su mejor amigo era su escopeta, ya que de vez en cuando salía a cazar venados para alimentarse. En sus muchos ratos libres, con su guitarra empezó a forjar unos de los trabajos más reconocidos de su carrera: For Emma, Forever Ago (2008).

Mandar a la mierda todo, para Bon Iver fue más que una catarsis. Antes de irse a la cabaña de su padre, su banda The Rosebuds se había separado y, parecía en ese entonces, que las entonaciones habían llegado a su fin. Pero de a poco, la cuerdas entre medio de esa fría soledad fueron dando a luz compocisiones como Skinny Love o Stacks.

A medida que el trabajo musical fue madurando, una parte de Bon Iver fue regresando a la civilización. A tal punto que su trabajo fue criticado positivamente por la revista Rolling Stones y hasta emitió entrevistas junto a Conan O’ Brien.

Juro que no ha parado de estar en mi reproductor musical. Lo llevo escuchando hace un par de meses, conociéndolo como también aprendiendo de sus experiencias. La chilena Carolina Cerda lo entrevistó hace unos meses, y rescato lo más notable de ese momento.

¿No te da susto volver a la civilización?, porque no hay manera de recrear las condiciones en que compusiste el disco… Pensaste ‘¿qué hago ahora?’

Claro que me pregunto qué es lo que tengo que hacer, si es ir a la cabaña y bla, bla, bla. Pero no lo creo, creo que lo que aprendí en el proceso es que tu estado mental es lo que te da la fuerza para hacer algo por ti mismo. Así que finalmente, no se trata del lugar en el que estás, sino de lo que sientes y qué tan capaz eres de sentir esas cosas.

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