Debo confesar que, si bien es cierto, siempre me han gustado Los Tetas, cuando se fueron el Rulo, el Pepino y luego C-Funk, la cosa ya no fue la misma, por eso mis discos favoritos (y de hecho los únicos que escucho de esta grandiosa banda) son el Mama Funk y La Medicina, el primero es más rapeado, por la onda y el contexto en el año en que salió (allá por el lejano 1994) y el segundo mucho, pero mucho más funketa, con grandes temas como La eternidad, Planeta y Porcel, entre otros, por eso es que cuando caché que se había reunido la formación original, puta lo primero que pensé fue “ojalá se dieran su tonta vuelta por IQQ, eso sí que valdría la pena ir a ver de todas mangueras”, y cual Nostradamus, le achunté medio a medio a la cuestión porque realmente el show del sábado fue a toda raja, y lo mejor es que fue mayormente con temas de los 2 primeros discos ya mencionados.
Que quieren que les diga, fue una fiesta de principio a fin y aunque tuve mis dudas respecto de la locación (Costa Varua) debo decir que fue la mejor elección, me explico, el público predominante de aquella funkera noche del sábado 14 de abril era en su gran mayoría treintones como yo, nostálgicos de aquella época Tetona dorada, (la de los primeros 2 discos) los cuales no somos muchos, pero si los suficientes para llenar ese tipo de espacio, en un lugar como la Casa del Deportista por ejemplo, se hubiera visto derechamente pelado, por lo mismo la cuestión se llenó de viejos vinagres de mi generación y otras un poco más arcanas, me encontré con cada espécimen que no veía desde mis días de estudiante secundario en el extinto American College, todo un acto de psicomagia como diría el gran Jodo.
Del show en sí, les puedo decir que estuvo Pro de principio a fin, de entradita confirmé el por qué cuando se fue el Rulo perdieron caleta de power, ese weon es seco pal` bajo y un bajo potente, es importantísimo en una banda de funk/rap, creo que de lo mejorcito que hay en la escena local actual de ese estilo, bueno ni hablar de la dupla que hacen C-Funk con Tea Time, que aunque se nota ha pasado harta agüita bajo el puente, el fiato en el escenario es impecable, el setlist fue más que preciso (de lo bueno poco) y creo que todos los sub-40 que repletamos el lugar, quedamos más que satisfechos.
Una vez terminado el espectáculo, partimos todos en fila india a continuar el carrete en otro lado ya que después del pedazo de show exhibido nadie estaba para bailar reggaetón o las incombustibles y horrendas canciones que todavía tocan en las discoteques iquiqueñas después de 20 años (Vení Raquel, vení con los muchachos, Im talking to you) así que salimos, ávidos de carrete y mas prendidos que la chucha, por ahí escuchamos que la cumbia era en El Mándala lugar que en mi perra vida había escuchado, pero de puro porfiados agarramos una micro (sí, una micro … ¡hasta que por fin atinaron! Igual si estaban hace rato, sorry pero hace un tiempo ya que no iba por esos lares).
Como les decía, enfilamos al Mándala, no sin antes echarle un poco de bencina a nuestros cansados y sedientos cuerpos, la cosa es que caminando llegamos al Mandalazo y ahí adentro estaba toda la conga, de partida como buen pub, la entrada era gratuita y ya dentro el señor Tea time estaba desatado aplicando un más que decente Freestyle al que después se le sumó un sax y unas bases más funkeadas, haciendo casi una especie de miniconcierto, hartas caras conocidas, harta cerveza helada, (hasta su weed salió por ahí) la verdad es que estuvo bien buena la cosa y terminé perdiendo noción de hora, espacio y tiempo; me cuenta la Stefy que de ahí nos fuimos a comer algo y que mi comportamiento en piloto automático si bien no fue like a sir, estuvo dentro del protocolo que se espera para un ebrio treintón, es decir, pasó piola. Finalmente llegamos a casa anda saber tú a qué hora.
Lo mejor de todo fue despertar al día siguiente sin caña y descubrir que conmigo aún estaban mi fono, mis llaves, mi billetera y mi maravillosa mujer al lado, durmiendo plácidamente y feliz como una lombriz… FUCK YEAH!, perdón FUNK YEAH!
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