Por: Diego Ignacio Almonte

Han pasado dos años. Tal vez menos. Nos sumergimos en el interior del continente sudamericano, donde el clima y la gente comenzaron a diversificarse. Después de catorce horas en colectivo y una aduana, llegamos finalmente a Paraguay. País de tránsito desordenado, peso guaraní y paisaje sub-tropical. El agua es rica y abundante, su gente hospitalaria, y te saludan con dos besos.

Característico entre sus comidas que nos dieron a probar, están las famosas chipas, el bori bori y la chipa guazú (muy semejante a las humitas chilenas). El Mburucuyá es su flor nacional y la Polka paraguaya el baile típico. El Tereré, a diferencia del país vecino trasandino, se toma sólo con agua helada, mate e infusión de diversos yuyos y especies. Es muy frecuente observar por las calles, señores de camisas y pantalones arremangados con una canasta sobre sus cabezas, donde transportan en el interior –para el comercio- las ya mencionadas chipas.

El motivo de nuestra aventura fue principalmente académico, con un afán siempre presente de conocer. Asistimos con un grupo de amigos al “III Congreso Regional de la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP) 2010”. Duró tres días el evento, más nuestra estadía, una semana en total.

En nuestro tiempo libre recorríamos –a tan sólo 2.100 guaraníes el trasporte público- sus monumentos, shoppings, tiendas y patios de comidas. Lo que más cautivó nuestra atención fue el parque que acudimos el día domingo, llamado Ñu guazú, ubicado en el Municipio de Luque. Son áreas verde de aproximadamente 25 hectáreas. Allí las personas por lo general van a pasear, recrearse y hacer deportes. Posee un circuito de 5.000 metros y un carril para el tránsito interno para bicicletas de 1.200 metros. Dentro de este lugar existe otra área llamada Parque Taiwán, que posee una infraestructura y exóticos jardines diseñado al más puro estilo oriental, rodeado de un hermoso lago.

En la noche, pasamos por el Palacio de los López, el palacio de gobierno, un monumento emblemático de la capital paraguaya. Más aún a ese horario, donde se podía apreciar con más entereza a causa de su llamativa iluminación, considerado como uno de los siete tesoros culturales. Y, antes de irnos, el día lunes por la mañana concurrimos al mercado 4; popular de la zona por sus ventas de especies típicas del país. Vestimenta, ornamentos, frutas tropicales, objetos, recuerdos, como también elementos de venta popular; como ropa, zapatos, películas, cuero… y una variedad infinitas de cosas. Fue nuestro día de compras compulsivas.

Así es como nuestra travesía por aquel país (concretamente en la ciudad de Asunción) duró alrededor de siete días contados. El hecho de conocer gente nueva y sus costumbres, nos enriqueció bastante. Finalmente, aquel día nos regresamos en bus a la Argentina (Lugar dónde me encuentro actualmente por estudios). Pese a que las ganas de seguir disfrutando se quedaron, nuestras experiencias y recuerdos los llevamos con nosotros. Y quieran o no, una parte nuestra quedó allá, la más mínima huella de nuestro andar.

Ahora, sólo resta decir que Paraguay pasa a formar, después de una semana llena de vicisitudes, parte de nuestras extraordinarias vivencias de aquel, no tan lejano, año 2010…  ¿O no, che ra´a?

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