El simple hecho de que esta película fuera una adaptación de un libro de Neil Gaiman ya es mérito de sobra como para que al menos te haga considerar verla, sin perjuicio de lo anterior y para ser justos con la verdad, hay que señalar que las otras adaptaciones de libros o novelas graficas de Mr. Gaiman no habían sido precisamente de mi agrado, como es el caso de STARDUST (pero eso fue exclusiva responsabilidad del director que se farreó una excelente oportunidad de hacer una película memorable ya que esa novela gráfica es de pelos).

Para  los que no conocen a Neil Gaiman, les puedo decir que este señor fue el responsable de una de los mejores cómics de todos los tiempos, el cual se llamó SANDMAN de la editorial DC línea Vértigo, pero ese va a ser tema para otra columna.

Como les decía, tenía mis resquemores, pero estos se disiparon cuando me enteré que esta película era dirigida por el inigualable  Henry Selnick, a quién recordarán de aquella gran película infantil El extraño mundo de Jack (la cual, hay que decir, los malditos geniecillos del marketing se encargaron de requetecontra fastidiar invadiendo el mercado con el esquelético Jack), Selnick no sólo dirigió la película sino que también la produjo y escribió el guión (mejor dicho lo adapto),  y por otro lado el hombre anuncio que se superaría a si mismo, combinando la técnica del stop motion con la animación 3D,  así que sin más demora junto a cabro chico y mi señora, nos fuimos a arrendarla.

No pierdan nunca la perspectiva de que esta es una película para niños, pero ojo, también es una película de terror, así es, del más puro y escalofriante terror infantil, olvídense de Jack y su mundo de pesadilla, olvídense de canciones y de historias de amor, esto es terror y del bueno.

Ahora, para empezar a desglosar esta película, lo primero que se puede decir es que es realmente un deleite visual, tus corneas y tu cerebro van a gozar en mil y un orgasmos mentales sucesivos liberando toda la endorfina que se puede liberar en 1 hora 40 minutos, obra y gracia de la Fotografía de Pete Kozachik y el montaje de don Christopher Murrie, sencillamente espectacular, ni hablar del trabajo musical de Bruno Colais y los señores de They Might Be Giants, francamente espeluznante.

Pero dejémonos de detalles técnicos y pasemos a la trama, la cosa es más o menos así: Una niña (Coraline, of course) se cambia de casa y de pueblo con sus padres, llegando a una casona antigua ubicada en unas montañas en algún lugar olvidado de Dios, en realidad es una especie de residencial donde aparte de Coraline y sus padres, viven un trapecista de Europa del este venido a menos, y un par de viejitas gagá que alguna vez fueron grandes y que hoy viven rodeadas de sus  perros y recuerdos llenos de naftalina.

Los padres de la pequeña Coraline son los típicos loquitos trabajólico pegados a PC, notebook, celular y cuanta porquería cibernética te obligue a estar conectado a la pega las 24 horas, ergo, Coraline se aburre como ostra y comienza a recorrer la casa más aburrida que cumpleaños de abuelita, así da con una puerta secreta (que se encontraba clausurada obviamente) y que al abrirla la conecta con un mundo paralelo donde existen réplicas de todo lo conocido por ella en esta nueva vida en las montañas incluidos padres, vecinos y amigos, pero la gracia está en que todo aquí es diferente, que tan diferente se preguntarán, todo es mejor para la pequeña y cuando digo todo, es todo con cuática y cuando digo mejor es ándate cabrito, es aquí cuando el despliegue audiovisual es tal que la verdad es abrumador y quedas derechamente TILT, la baba se cae sola y cuando te das cuenta ya te llega a los tobillos, lamentablemente para Coraline no todo lo que brilla es oro y lo que es diferente no siempre es mejor, pegándose la película un giro brutal a lado oscuro (pero, ojo, sin dejar de ser infantil).

Les confieso que para mi pequeño la experiencia fue inolvidable y en más de una oportunidad apretó mi mano con algún sobre salto (aunque para ser verdad yo también apreté la suya un par de veces y al final los dos terminamos apretando las manos de mi señora), de partida ya te perturba cuando Coraline entra en este mundo y la gente  del mundo bizarro tiene ojos de botón, el espectador siente la misma perturbación y al mismo momento que Coraline, de hecho las emociones son casi todas a la par.

La gran gracia que tiene esta película es que todos los factores que les menciones confabulan para crear una magia única que te envuelve en su atmósfera llena de una candidez maravillosa y realmente te sientes parte del film en cuestión, esa es la magia del cine de la cual tanto se habla, y la verdad de las cosas, si una película te atrapa a ese nivel, entonces ya te puedes dar por pagado, yo creo honestamente que todas las películas debieran hacerse con ese objetivo, lo demás es pura paja molida.

En fin, me gustaría decirles más pero la verdad les arruinaría la sorpresa, véanla, les aseguro que van a disfrutar como cabros chicos viendo (y escuchando) este maravilloso y sublime despliegue audiovisual del más puro y auténtico terror infantil. ¿Calificación? Su tonto millón de estrellas, se lo merece y con creces.

Antes que me olvide, fíjense en el gato, simplemente la lleva.

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